Hola familia de apurados y apuradas, ¿Cómo va esa recta final? Supongo que, con ganas de vacaciones, ¿verdad?
Últimamente estoy muy reflexiva y me encanta poder compartir con vosotros todo lo que siento y estoy viviendo, por si puedo ayudaros.
Como ya he contado en alguna otra ocasión, este es el tercer curso que estoy trabajando en la pública (anteriormente había estado 8 años en un concertado). Los 2 primeros años de publica he ido rondando por donde me han mandado con diferentes jornadas y diferentes funciones. Aunque de cada curso me he llevado un montón de cosas y he aprendido mucho, este curso ha sido la primera vez que he podido “escoger” el cole. Digo escoger porque hice entrevista y ya busqué sitios en los que sabía que pondría sentirme muy a gusto y la manera de trabajar iba acorde con mi manera de hacer.
Muchas veces creamos expectativas de aquello que sucederá y pocas veces coinciden con la realidad. Yo tenía claro que iba a ser un buen año laboralmente hablando. Todo pintaba bien; iba a trabajar en un cole guay, cerca de casa y en infantil que es mi etapa favorita. Sí, hasta aquí todo correcto. Lo que nunca imaginé es que podría llegarme a replantear tantas cosas como lo estoy haciendo ahora. Me explico mejor. El título del post no es casualidad; es muy común que en las aulas estemos por mil cosas y más, pero en muchas ocasiones dejamos de lado lo más importante de todo: Nuestros alumnos/as. Sí, triste pero cierto.
Vayamos por partes. La semana pasada escribí sobre el estrés navideño que vivimos en los colegios estas últimas semanas de trimestre. Horas y horas de ensayos en las que nuestros niños/as se pierden muchas cosas ya sea por estar ensayando o viendo como los demás ensayan sin hacer absolutamente nada. ¿Para qué? ¿Para exponerles ante el público sin preguntarnos siquiera si están preparados para ello? Manualidades y portadas no adaptadas a ellos que acabamos haciendo nosotros/as enfadados/as por el poco tiempo que tenemos. ¡Basta ya! Si todavía no lo habéis hecho, echadle un ojo al post, estoy segura de que os ayudará mucho, aunque sea para reflexionar un poco.
Pues bien, este curso me he dado cuanta de cosas que hemos ido repitiendo a lo largo de los cursos y no era consciente de que se pueden vivir de manera más agradable y respetando más a nuestro alumnado. ¡Vamos a por ello!
Adaptación
Este curso estoy en P-3. Hacia tiempo que no estaba en P-3 y a pesar de que es un curso que me encanta me temía la adaptación… niños y niñas llorando por la dura separación de padres, madres o tutores… si habéis estado en P-3 sabéis de que os hablo.
Cuando me contaron como se llevaba a cabo el tema de la adaptación pensé que la cosa iría algo mejor pero nunca imaginé una adaptación como la viví. Os cuento.
Durante los 2 primeros días (cayó en jueves y viernes) los niños/as tan solo vivieron 1 hora y media al cole. Hicimos 2 turnos: media clase de 9.30 a 11.00 horas y la otra mitad de 11 a 12.30 horas. Las familias podían estar el tiempo que necesitaban su hijos/as (o la hora y media entera). El objetivo de esos dos días era que conocieran un poco el especio en el que vivirían parte del día durante todo ese curso escolar.
La siguiente semana ya vinieron toda la clase entera en horario de mañana: de 9 a 12.30 horas. Durante esa semana no dábamos la opción de quedarse a comer ni nada. Recomendábamos a las familias que se retirasen cuando su hijo/a ya estuviera bien y en el caso que todavía no lo viesen preparado intentasen acompañar, pero manteniéndose al margen y haciéndole partícipe con el resto de los compañeros y compañeras de clase. La siguiente semana ya empezamos horario normal.
Y ahora me diréis… qué jaleo, hay que pedir fiesta en los trabajos, hay que movilizar a familiares… Sí, no lo niego. Probablemente cuando me toque a mi hacer adaptación con mi hija tendré que valorar qué hago; ver como nos organizamos a nivel familiar y quien de los dos se puede encargar (o otro familiar) hasta quizás tengo que sacrificar el vivir este momento tan bonito con mi hija… pero yo ahora mismo no hablo de nuestra comodidad sino de su necesidad.
Sí, he vivido muchas adaptaciones y hasta me atrevería a decirlo, he vivido adaptaciones traumáticas para mis niños/as y este año he podido ver que una adaptación no tiene por qué serlo. Estamos en las mismas, cuando partimos de lo que realmente necesitan nuestros alumnos/as todo empieza a tener sentido. Si a nosotros como adultos ya nos cuesta adaptarnos, imaginad a nuestros peques… y más aun si no han tenido ningún contacto con escuelas de infantil. ¿Realmente podemos considerar normal dejar a un niño/a de 9 a 5 sin ni siquiera conocer el espacio, a las profes, ni a sus compañeros…? ¿O lo estamos intentando normalizar nosotros?
Está claro que se acostumbrarán, los niños/as se acostumbran a todo… pero yo solo os puedo decir que una adaptación como la he vivido este año ha sido lo más respetuosa, fácil y bonita que he visto jamás y me niego a normalizar cosas que no lo son.
Durante las tardes que no tenía niños/as me he ido entrevistando con todas las familias para así conocer ya desde un principio a mi clase. Esto también ha sido muy positivo.
Entradas relajadas
Por las mañanas, los niños/as van entrando de 9 a 9.15 con sus familias y nosotras tenemos varias propuestas preparadas que en las que niños/as y familias pueden hacer conjuntamente. Las propuestas tienen objetivos claros y las vamos cambiando cada mes. Si queréis más adelante hago un post sobre diferentes tipos de propuestas ?
Pues bien, los niños/as no entran en marabunta a as 9 de la mañana, sino que van entrando tranquilamente, dejan sus cosas en las cestas que tenemos fuera del aula y tienen unos minutos hasta que empezamos la clase como tal para ver a que propuesta van.
Sobre las 9 y 20 las familias se retiran, empezamos a recoger y nos sentamos en lo que llamamos “la roda”, allí empezamos el día dándonos los buenos días y conversando.
A mi personalmente me ha gustado una entrada así por el ambiente que se crea. En ningún momento he sentido estrés o sensación de descontrol; es un momento tranquilo en el que nos saludamos y compartimos familias, profes y alumnado. En general, todos los niños entran contentos y se despiden de los familiares que los acompañan sin ningún problema, pero en el caso que algún niño/a necesite algunos minutos más algún día concreto, se respeta sin problema.
Buen ambiente
Creo que un buen ambiente de trabajo es primordial. Un ambiente relajado en el que nos respetemos, nos ayudemos y compartamos todo aquello que hacemos en clase ayudará a que estemos más motivados/as. He estado en coles donde he vivido de todo: Clases en las que teníamos que hacer todo exactamente igual, otras en las que cada quién hacia lo que quería y y cómo quería y otros en los que partiendo de cosas comunes se respeta el ritmo y nivel madurativo de cada grupo-clase.
Por supuesto que me quedo con esta última. Creo que como tutores somos quien conocemos a nuestros grupos y es fantástico ver como cada clase es única e irrepetible, pero es importante seguir una misma línea de escuela y sobre todo sentirse acogida por los compañeros/as, el equipo directivo y el resto de personal docente y no docente del colegio.
Familias
Siempre decimos que familia y colegio debemos ir a una, ¿verdad? ¿Y por que no implicar más a las familias? Tengo que deciros que este curso las familias me tienen alucinada… se juntan para decorar el colegio, para preparar actividades, para ver qué hacer para que sus hijos/as tengan más opciones en las que jugar en los patios… y siempre que las necesitamos están allí.
A mi me encanta hacerles participe en todo lo que puedo. Por ejemplo, si estamos trabajando las profesiones, no hay nada más significativo que el hecho que puedan venir a explicarnos su propia profesión, o si hay familias artísticas que se animen a hacernos algún taller de arte, o de cuentos…
Y es que realmente si colegio y familias estamos unidos, los que se beneficiarán serán nuestros niños/as ?
Espero que os haya servido. Me encantará escuchar vuestras opiniones. Un fuerte abrazo y ánimo que solo queda una semana ?
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