Es imposible que en estos tiempos haya algún profe apurado o no que no haya oído hablar de la famosa educación emocional. Hay cursos presenciales, online, conferencias, libros, cuentos… Estoy convencida de que hay incluso tutoriales sobre cómo educar las emociones.
A mí el concepto “educar las emociones” siempre me ha chirriado un poco pero tampoco sabía muy bien por qué o más bien cómo expresarlo. Hace un par de semanas fui a una charla de Verónica Antón sobre acompañamiento emocional y le puso palabras a lo que pensaba así que gracias a ella me he animado a escribir hoy sobre esto.
Como sabéis hace ya más de 3 años que poco a poco me he ido formando en educación viva, una pedagogía o forma de hacer que me ha enganchado y que para mí es muy coherente. Desde esta visión, se entiende que las emociones deben acompañarse, lo que lleva implícito que sea desde el presente, y claro, te preguntas cómo durante la hora de educación emocional puede darse esto de forma natural sin caer en el “hoy vamos a trabajar la tristeza, a veeeer…todos tristeeeees… la tristeza es azul y hoy dibujaremos cosas tristes”. Pues bien, no se da.
Me imagino a un niño que se siente tremendamente feliz con ganas de expandirse, no entendiendo por qué debe sentirse triste y pintar cosas tristes, y tampoco entender por qué tras hacerse el triste desde la alegría, recibe la regañina de la profe por no mostrarse suficientemente triste o haber hecho tonterías…
¿No sería mejor que el acompañamiento emocional se diera durante todo el tiempo que los niños pasan en el colegio con una formación adecuada y unos acompañantes conscientes de la importancia de esto? ¿No sería mejor que los niños sintieran que cualquier momento es bueno para hablar y/o expresar sus emociones y que éstas son aceptadas cuando suceden? ¿No sería mejor acompañar las emociones desde el presente, que es donde sobretodo los más pequeños (0-7) viven?
Y con esto tampoco digo que me parezca ni bien ni mal el tema de la educación emocional, sólo digo que me cuesta entenderla como una asignatura, como un espacio reservado en el horario escolar (que no suele ser más de una hora), me parece un poco perverso el concepto “ahora toca emociones”, como he dicho antes las emociones no se educan, se acompañan.
Para acompañar las emociones tenemos que asegurarnos de cuidar el entorno, estar bien nosotros, adultos, y estar presentes y disponibles para abordar las situaciones y conflictos que se dan en el día a día del aula. Ésas 3 cosas son las que me parecen verdaderamente más difíciles cuando estás con 26 niños en el aula cada uno con sus mochilas y sus emociones.
Para acabar he hecho un cuadro de cosecha propia intentando comparar las características del acompañamiento emocional y de la educación emocional:
En breve intentaré hacer un post de la charla de Verónica Antón porque la verdad que a mí me encantó y me gustaría compartirla con tod@s vosotr@s para los que les pueda servir.
¡Un abrazo a tod@s!
🙂
Que tiempo has dedicado a tremendo a porte y hay demasiadas cosas
que no sabia que me has enseñado, esta genial.. te queria reconocer
el espacio que dedicaste, con unas infinitas gracias, por aconsejar a personas como yo jujuju.
Besos
Buenos días, la verdad es que nunca había escuchado este concepto y creo que es muy acertado. Además de Verónica Antón, ¿me podríais decir el nombre de más profesionales docentes / autores que hablen sobre este concepto? Un saludo y muchas gracias!
Hola Lucía 🙂
Pues te recomendaría leer los libros de Rebeca Wild, si estás en Barcelona hacer las formaciones de o ir a charlas del CRAEV.
Un abrazo
Muy de acuerdo contigo… Creo que el día a día nos ofrece infinidad de oportunidades para trabajar las emociones sin caer en la educación infantil como asignatura. Un saludo
¡Gracias por tu comentario Isabel, totalmente de acuerdo!
Un abrazo 🙂
Hola, carlota. Hasta el momento no me había planteado la posibilidad de cambiarle el nombre a la educación emocional para que fuera más acorde con cómo la veo y cómo creo que se debe trabajar, pero sí, si la educación emocional se realiza a una hora concreta de la semana como una asignatura más, de una manera tan rígida y sobre todo artificial como comentas, me quedo con el acompañamiento emocional. Con esta profesión he aprendido a ser menos cuadriculada y más holística, y así creo que se deben trabajar las emociones, en el momento que surge la oportunidad / necesidad (como cualquier otra cosa en infantil, pero eso es un tema aparte! jajaja). Deseando leer tu post sobre el taller con Verónica Antón, porque promete. ¡Un abrazo!
Gracias por tu comentario Seño Punk! La verdad que el mundo de las emociones es apasionante, pero cuando se utiliza como marketing o de una forma muy encasillada puede ser casi peor el remedio que la enfermedad 😛